La Recuperación es Posible Para Todos.
¿Qué es el Trastorno por Consumo de Sustancias?
La adicción es un trastorno médico tratable. La adicción ocurre cuando el consumo frecuente y/o continuo de drogas o alcohol por parte de una persona durante un largo periodo de tiempo crea cambios negativos serios en su vida, y la persona continúa consumiendo a pesar de los problemas de salud, la discapacidad y el incumplimiento de las principales responsabilidades en el trabajo, la escuela o el hogar.
La adicción también puede llamarse de otra manera: trastorno por consumo de sustancias (SUD, por sus siglas en inglés). “Trastorno por consumo de sustancias” es el término médico correcto para lo que comúnmente se llama “adicción” y “trastorno por consumo de opioides” (OUD, por sus siglas en inglés) para lo que comúnmente llamaríamos “adicción a los opioides”.
Los opioides son sustancias químicas naturales o sintéticas que interactúan con el cuerpo y el cerebro para reducir la sensación de dolor. Algunos ejemplos de opioides son: heroína, fentanilo y medicamentos para el dolor recetados legalmente, como oxicodona, hidrocodona, codeína, morfina y muchos otros.
Los analgésicos opioides recetados se pueden usar para tratar el dolor moderado a intenso y, por lo general, son seguros cuando se toman por un periodo breve y según lo prescrito por un médico. Sin embargo, los opioides también hacen que el cerebro produzca dopamina, una sustancia química que nos hace sentir bien o felices, lo que hace que algunas personas abusen de los opioides recetados. De hecho, una persona puede volverse dependiente de los opioides durante el plazo de siete días de consumo.
La recuperación de la adicción, también conocida como trastorno por consumo de sustancias, está al alcance de todos. Usted puede encontrar recursos de ayuda y tratamiento o conocer cómo puede convertirse en un sistema de apoyo para alguien que lucha contra la adicción aquí.
Cómo reconocer las señales de la adicción.
- Fuerte deseo de consumir drogas
- Incapacidad para controlar o reducir el consumo
- Consumo continuo a pesar de los problemas de salud, la discapacidad y el incumplimiento de las principales responsabilidades en el trabajo, la escuela o el hogar
- Consumo de cantidades mayores a lo largo del tiempo
- Comportamiento reservado/desaparecerse durante horas sin explicación
- Cabeceo/somnolencia
- Pupilas contraídas (específicamente en el consumo de opioides)
- Dificultad para hablar
- Deterioro de la memoria y la atención
- Necesidad de consumir más para no enfermarse y/o entrar en abstinencia
- Pasar una gran cantidad de tiempo obteniendo y consumiendo drogas
- Gasto de grandes cantidades de dinero/ necesidad constante de dinero
- Síntomas de abstinencia que se presentan cuando se detiene o reduce el consumo de opioides, tales como:
- Estado de ánimo negativo/cambios en el estado de ánimo
- Náusea o vómito
- Dolores musculares
- Diarrea
- Fiebre
- Insomnio

Obtenga Ayuda
Dra. Lesley Brooks,
Greeley, CO
Encuentre una gama completa de recursos de tratamiento.
Para problemas de abuso de sustancias, salud mental o emocionales, acceda al directorio de atención para encontrar recursos de tratamiento.

Cómo
Ofrecer
Apoyo
Usted puede apoyar a alguien que está luchando o se está recuperando de un trastorno por consumo de sustancias.
Rica, Denver, CO
Estos son los cuatro pasos clave para reducir el estigma y que pueda apoyar a alguien que está buscando la recuperación:
- Infórmese sobre el trastorno por consumo de sustancias y las opciones de tratamiento. Puede encontrar opciones de tratamiento arriba.
- Recuerde que los trastornos por consumo de sustancias son tratables y que la recuperación siempre es posible. Su apoyo y compasión pueden marcar una gran diferencia para que una persona acceda al tratamiento y logre la recuperación.
- Sea un aliado. Proporcione apoyo y asegúrese de que sepan que usted está ahí para ellos y los ama; adopte un tono y un enfoque libre de prejuicios.
- Comprenda las opciones y recursos de tratamiento. El tratamiento a menudo está total o parcialmente cubierto por un seguro o se puede pagar en una escala variable. No permita que el costo se interponga en el camino de la recuperación. Acceda a los recursos de Medicaid aquí.
Medicamentos para tratar el trastorno por consumo de opioides
¿Qué es?
Existen tres medicamentos aprobados por la FDA para el trastorno por consumo de opioides (MOUD, por sus siglas en inglés). Los medicamentos se pueden usar en combinación con terapias de consejería y conductual.
El uso de MOUD es el camino más efectivo para la recuperación y la prevención de sobredosis, y se considera el estándar por excelencia para el tratamiento.
¿Cuáles son las presentaciones?
Buprenorfina – reduce el deseo intenso de consumir opioides y bloquea los efectos de los opioides.
Metadona – reduce el deseo intenso de consumir opioides y la abstinencia y bloquea los efectos de los opioides.
Naltrexona – bloquea los efectos eufóricos y sedantes de los opioides.
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Lea Sus Historias


TERESA | Denver, CO
Ahora no me hace falta nada para levantarme a la mañana y me siento bien.
No empecé a consumir opioides sino hasta los treinta y comencé a usar heroína. La adicción te arruina la vida. Odiaba tener esa necesidad todo el tiempo para poder seguir adelante y tener voluntad de hacer algo. Además, me daba mucha vergüenza la forma en que me miraba la gente que sabía que me drogaba, cuando veían las marcas en mis brazos. Otras personas solían decirme: “Puedes dejarlo cuando quieras.” Les decía que no era fácil pero tan solo se te quedaban mirando con desprecio. Como si fueras a robarles todo si te dejaran entrar a su casa. Incluso cuando iba al hospital, me señalaban con un distintivo porque me inyectaba.
Llegó un punto en el que me cansé. El medicamento ya no surtía efecto y solo lo tomaba para no tener que sufrir los efectos de la abstinencia. Veía a las personas en la televisión y decía que quería ser como ellas, por lo que empecé el tratamiento con metadona. Sabía que si lo hacía bien, podría finalmente desintoxicarme y superar la adicción a los opioides. Ahora no me hace falta nada para levantarme a la mañana y me siento bien. Me siento orgullosa de mí misma. Las personas no se dan cuenta de que es una enfermedad y de que quienes la padecen necesitan apoyo y de que cuando eres débil y te caes, es entonces cuando necesitas que alguien te dé una mano.


IGNACIO Y TOMAS | Denver, CO
Si alguien quiere cambiar, puede lograrlo.
Ignacio y Tomás son primos que crecieron en Zacatecas, México. Ahora trabajan juntos en construcción.
Ignacio empezó a usar sustancias cuando tenía 15 años y continuó hasta la edad adulta. El uso de sustancias empezó a cambiar su mentalidad, empezó a aislarse de la familia y los amigos. Su uso lo llevó a un punto que se enfermó y se sintió desolado. Ignacio era un buen jugador de fútbol, pero su salud se deterioró mucho de lo que antes era. Con el apoyo de su primo Tomás, Ignacio empezó a buscar maneras para cambiar su vida. Buscó un nuevo ambiente viniendo a vivir a los Estados Unidos y trabajando con Tomás.
Ignacio ha estado en recuperación desde hace cuatro años. Su primo Tomás tuvo un papel muy importante en este logro. Ignacio asistió a clases y su primo lo mantuvo motivado. Tomás sentía que era importante ser paciente y consistente con su apoyo. Ignacio encontró que cambiar de ambiente fue la clave para su recuperación. Era muy consciente de dónde pasaba su tiempo y en compañía de quién. En vez de ir a un bar, se iba al parque a trotar o caminar. Descubrió que la salud física era tan importante como la salud mental. Cuidar de su cuerpo le ayudó con su mentalidad. Fue muy cuidadoso con lo que comía e hizo ejercicio. Ignacio disfruta de su nuevo ambiente. Le agrada planear llevar a sus hijos a un centro comercial los domingos y con frecuencia cena con Tomás y su familia los fines de semana. Su relación como primos, compañeros de trabajo y amigos es muy fuerte. Ignacio aconseja a aquellas personas que estén pasando por estas dificultades que no dejen para mañana hacer un cambio y tomen los primeros pasos hoy mismo. Dice que si alguien quiere cambiar, puede lograrlo.


SANDRA Y LUIS | Aurora, CO
Ver a Sandra con sus hijas lo llenó aun más de valor e inspiración.
Luis es de Jalisco, México y Sandra es de Chihuahua, también México. Luis trabaja actualmente como electricista y chef, y Sandra trabaja para el departamento local de salud como educadora. Luis creció rodeado de personas que usaban sustancias. Sus primeras experiencias con la adicción fueron con su padre, quien usaba sustancias. Fue algo con lo que Luis vivió desde pequeño. El uso de sustancias era algo común en su comunidad y a los catorce años él ya había probado alcohol y drogas. A medida que crecía, su uso de sustancias se hizo más fuerte, llevándolo a sentirse aislado. Se alejó de la gente y se refugió en las drogas y el alcohol.
Sandra, la esposa de Luis, sentía que ya no podía aguantar sus enojos intempestivos. Decidió hacer distancia de él, de modo que ella y sus hijas pudiera mantener una relación con él de manera saludable.
El amor de Luis por Sandra y sus hijas lo inspiró a luchar para recuperarse. Usó el tiempo que estuvo separado de ellas para reflexionar sobre lo que quería para convertirse en una mejor versión de sí mismo y en cómo lograrlo. Luis encontró grupos de apoyo y conoció a personas con experiencias parecidas. También confió en su mamá quien lo apoyó manteniendo las puertas de su casa siempre abiertas para él.
Sandra observó los cambios en Luis y lo invitó de nuevo a su vida. Ver a Sandra con sus hijas lo llenó aun más de valor e inspiración. Sandra incluso asistió a reuniones de apoyo con él, apoyándolo aún más.
Luis y Sandra están casados y esperando un bebé, lo que los da un sentimiento de realización. Su comunicación es abierta y fuerte, y cuidan de sus hijos, así como uno del otro. Últimamente, Luis también pasa tiempo ayudando a su papá con sus dificultades de adicción. Luis aconseja a las personas que tienen estas mismas dificultades, que piensen en la recuperación como un proceso de aceptarse a ellas mismas y aceptar la necesidad de cambio.


CHRIS | Peyton, CO
El miedo no es real. No se escondan por miedo a estar sobrio.
Nací con cocaína metabolizada en mi organismo y de inmediato le quitaron mi custodia a mi madre. Ser adoptado realmente hizo algo en mi corazón y mi mente. Cuando era joven, nunca sentí que alguien podría quererme y nunca sentí que mi familia adoptiva era mi verdadera familia. Tenía una relación difícil con mi madre, en especial, cuando me metía en problemas. Esto era difícil debido a su eterno deseo de amarme incondicionalmente. Sentía que no podía permitirme querer a alguien que no sea mi madre biológica. Se me hizo muy difícil crecer con el estigma de ser adoptado y empecé con las fiestas de muy pequeño. A medida que crecía, empecé a usar drogas más fuertes. Después de cumplir veinte años, seguí un patrón similar. Mi vida repuntó, pero luego sufrí una pérdida personal: el fallecimiento de una novia, un amigo y mi padre, eventos que me hicieron perder el control. Esto me llevó a la cárcel, muchos años de mi juventud me la pasé entrando y saliendo de la cárcel. Estar en prisión me impidió participar de eventos familiares y de la vida importantes, y me ayudó a ver la importancia de formar recuerdos significativos con las personas que amo.
Estaba cansado de una vida en prisión, donde no podía ver a mi familia y en la que me sentía juzgado. Si bien tuve una relación difícil con mi madre, ella es una gran razón por la que busqué tratamiento. Ella conocía a alguien que trabajaba en tratamiento de adicciones, por lo que me puse en contacto con ella. Pude ver mi potencial como ser humano y mi potencial para mejorar. Sabía que tenía que alejarme de las personas que me hacían mal. A partir de las experiencias propias y de otras personas, me di cuenta de que mi historia podría tener cierto valor para otras personas que la están pasando mal y quise transmitir las lecciones que aprendí. Actualmente, me estoy capacitando para ser instructor de recuperación y estoy ayudando a otros jóvenes negros que tuvieron problemas con el sistema judicial y las drogas a recuperar sus vidas.


VICTOR | Denver, CO
Conocí la droga después de ser reclutado para Vietnam en 1971. La gente adquiere muchos malos hábitos allí.
Conocí la droga después de ser reclutado para Vietnam en 1971. La gente adquiere muchos malos hábitos allí. El mío era la heroína, me ayudaba a bloquear lo que estaba haciendo. No me di cuenta de la adicción hasta después de, aproximadamente, seis meses de consumirla, cuando los síntomas de la abstinencia comenzaron a aparecer. Cuando regresé de Vietnam, di positivo en la prueba de detección de sustancias, y me internaron en un hospital psiquiátrico en Aurora, Colorado. Si consumías, estabas loco —así es como nos etiquetaban en ese entonces—. Pasé tres meses internado hasta que me dieron el alta. Me lesioné la espalda en la armada y todavía seguía teniendo dolor, por eso un médico me recetó opioides. Ahí fue cuando pasé de consumir heroína a consumir opioides. No los estaba usando como debería, y probablemente el consumo abusivo duró alrededor de diez años antes de encontrar tratamiento. En ese entonces, no había muchos centros para el tratamiento de la drogadicción, lugares donde podías encontrar terapia o, incluso, ingresar en un programa de metadona. Con el tiempo, encontré un centro donde pudieron reducirme la dosis acorde al tratamiento, una dosis que era como tomar nada en comparación con lo que tomaba inicialmente. Estaba listo para enfrentar mi adicción desde un punto de vista físico. Desde ese lugar, realmente me conecté con mi iglesia, y con su ayuda y oraciones pude finalmente romper con mi cadena de adicción. Si tienen un problema, busquen ayuda. Sé que eso funcionó para mí, puede funcionar para ustedes.


DANA | Denver, CO
Creo que cuando la gente me conoce ahora, nunca se imaginaría algunas de las cosas por las que pasé.
Empecé a consumir heroína de manera recreativa en la secundaria. No me asustaba; parecía como cualquier otro polvo blanco que inhalas. Mi familia no sabía que consumía hasta mi primera sobredosis. Estaban conmocionados, pero me brindaron mucho apoyo y me hicieron empezar tratamiento. Cuando eso no funcionó, me hicieron ir a vivir con ellos. Nada de lo que intentaban parecía funcionar y llegó el momento en el que sintieron que se les habían acabado las opciones. Me fui y empecé a vivir en las calles de Chicago. Lo hice durante dos años antes de recibir tratamiento. Terminé teniendo una recaída. Poco tiempo después, estaba conduciendo bajo los efectos de Xanax y heroína y maté a una persona en un accidente automovilístico. Estuve cinco años en una prisión de Illinois. En la cárcel, no hay mucho para una persona que realmente quiere recuperarse. No quería salir siendo la misma persona que entró, por lo que decidí tomar las riendas para encontrar una manera de lidiar sin medicamentos. Recurrí a la actividad física, la meditación y un programa de 12 pasos para cambiar mi enfoque y rodearme de un sistema de apoyo positivo en prisión. Cuando salí, mi familia vio el cambio en mí. Llevó mucho tiempo volver a generar esa confianza y que se den cuenta de que realmente había un cambio. Creo que cuando la gente me conoce ahora, nunca se imaginaría algunas de las cosas por las que pasé. Para aquellas personas que están pasando un momento difícil, puedo compartir mi experiencia y mostrar cómo pueden vencerse esos estigmas. Soy mamá, tengo una maestría y soy directora de una organización sin fines de lucro. Esas son cosas que jamás creí posibles para mí.


ALICIA | Grand Junction, CO
No tengan nunca miedo de pedir ayuda. Hay muchísimas personas dispuestas a ayudar, solo hay que pedir ayuda.
Empecé mi vida como una mojigata con dos padres amorosos. Una relación problemática con mi hermano me hizo sentir que no valía nada y que nadie me quería. Probé el alcohol y la marihuana cuando solo tenía catorce años y la metanfetamina a los diecinueve. Entré y salí de programas de tratamiento cuatro veces en los siguientes años, con distintos niveles de éxito. En un momento, logré no consumir metanfetaminas durante cuatro años. Durante ese tiempo, tuve un hijo y, con el correr del tiempo, me casé. Desafortunadamente, ni nuevo marido y yo comenzamos a consumir heroína. En un breve período, mi madre falleció, perdí la custodia de mi hijo, y mi marido fue a prisión. Este período fue el peor de mi vida. Contemplé la posibilidad de suicidarme. Fue a causa de esos pensamientos oscuros que sabía que estaba lista para recuperarme.
Usé Suboxone para combatir las ganas de consumir, y mi oficial de libertad condicional me ayudó a entrar en un programa de tratamiento en Oxford House. La combinación de medicamentos para tratar la adicción y el programa en Oxford House abrieron nuevas puertas en mi vida. Mi recuperación me abrió camino para mejorar mi relación con mi familia y, lo más importante, conseguí la custodia parcial de mi hijo. En este momento, estoy trabajando para conseguir más tiempo con mi hijo. Tengo un trabajo de tiempo completo en Oxford House como coordinadora de ayuda comunitaria y pongo en contacto a las personas con adicciones con comunidades de recuperación.


LARS | Florissant, CO
Debemos terminar con el estigma que gira en torno a las adicciones; no es su culpa ser así.
Mi primera experiencia con las sustancias comenzó de pequeño, estaba en séptimo grado la primera vez que bebí alcohol. Cuando tenía poco más de veinte años, tuve varias cirugías de rodilla, para las cuales me recetaron opioides. El uso diario llevó a la adicción, y el problema empezó a empeorar. Con el paso de los años, tuve períodos de sobriedad. Estos períodos nunca duraron porque no sentía que era realmente mérito propio. Fue recién cuando me detuvieron por conducir bajo los efectos de sustancias y posesión que hice un giro en mi vida.
Mi primera experiencia con las sustancias comenzó de pequeño, estaba en séptimo grado la primera vez que bebí alcohol. Cuando tenía poco más de veinte años, tuve varias cirugías de rodilla, para las cuales me recetaron opioides. El uso diario llevó a la adicción, y el problema empezó a empeorar. Con el paso de los años, tuve períodos de sobriedad. Estos períodos nunca duraron porque no sentía que era realmente mérito propio. Fue recién cuando me detuvieron por conducir bajo los efectos de sustancias y posesión que hice un giro en mi vida.


AMANDA | Denver, CO
Fue recién cuando dejé de estigmatizarme que pude empezar mi recuperación a largo plazo.
Empecé a consumir OxyContin a los 16 años; no llevó mucho tiempo para que se convirtiera en una adicción. Con el paso del tiempo, empecé a consumir heroína porque era más barata. Lo escondí muy bien hasta que necesité tratamiento. Mi madre sabía que fumaba hierba y bebía un poco, pero quedó conmocionada cuando mi gran consumo de drogas salió a la luz. Después de que tuve una recaída, hubo meses en los que convencí a todos de que estaba bien, y luego terminé en el hospital. Mis padres intentaron de todo para mantenerme con los pies sobre la tierra y controlaban lo que hacía. Pero era muy buena manipulando y estaba dispuesta a hacer lo que fuera para conseguir la próxima dosis. Yo creo que una de las ideas erróneas era que yo estaba eligiendo esto y, de muchas maneras, lo estaba haciendo. Sin embargo, químicamente hablando, llegó un punto en el que yo ya no podía elegir.
Con el correr de los días me quedé sin dinero y regresé a mi casa. Fue ver el dolor de la abstinencia lo que realmente hizo que mi madre vea la adicción de otra manera. Estaba violentamente enferma, y mi madre era mi enfermera. En el punto más oscuro, cuando se sentía tan desahuciada y no sabía cómo ayudarme, finalmente entendió que consumir no era una elección. Desde ese momento, estuvo lista para hacer lo que fuera necesario para ayudarme a recuperarme. Una vez que tuve su apoyo, me di cuenta de que tenía que recuperarme por mi propio bienestar. Fue recién cuando dejé de estigmatizarme que pude empezar mi recuperación a largo plazo.


JERRID | Colorado Springs, CO
Solo cuando eres honesto contigo mismo puedes verdaderamente cambiar el curso.
Mi familia tiene una larga historia de uso de alcohol y drogas. Mi madre trabajaba intensamente para proveernos el sustento, y por esto ella no pasaba mucho tiempo en casa. Esta situación me hizo sentir que no estaba recibiendo suficiente atención en casa y se me hizo fácil salirme con la mía con frecuencia: a los doce años, ya fumaba marihuana y a veces tomaba alcohol con amigos. Yo era bueno en muchas cosas: la escuela, los deportes y establecer contactos; mi éxito hacía que llamara la atención, algo que no recibía en casa. En la escuela secundaria, ya compraba y vendía drogas porque eran de fácil acceso y le quitaba la carga económica a mi mamá. Tuve la oportunidad de ir a la universidad, pero la rechacé porque mi novia estaba embarazada; estaba haciendo un gran esfuerzo por ser un padre y crear una familia, pero me derrumbé cuando mi novia se fue. Hubo oportunidades y periodos de positividad, pero algunas puertas cerradas y la soledad me enviaron a un camino de autodestrucción. Durante los siguientes años, tuve dificultades con comportamientos imprudentes, mala suerte e injusticia institucional; entraba y salía de la cárcel y fluctuaba entre la sobriedad y la adicción. Todavía deseaba la validación de otras personas que sentía que nunca había recibido de mi familia.
El uso de drogas y este estilo de vida me empujaron a un punto en donde me sentí tan mal que no quería estar vivo. Finalmente supe que tenía que pedir la ayuda de un tratamiento. Supe que tenía que aceptar todo, así que pedí ayuda. No solo esto me ayudó a recuperarme, pero me dio la fortaleza para hacer más. He aprendido a no culpar a otros por mi situación y a tomar responsabilidad de mis acciones. Aceptando esto y tomando el control de mi vida me ha dado oportunidades extraordinarias como criar a mi hermosa familia y compartir lo que he aprendido con otros que lo necesitan.


ALMA | Denver, CO
Ojalá le hubiésemos dicho que no estaba solo en esta batalla.
Mi hermano Ola falleció a los 22 años por adicción a los opioides. Tuvimos una infancia traumática y, a muy temprana edad, las sustancias fueron su escape, en particular, las pastillas recetadas. Su adicción empezó a notarse en la secundaria. Tenía facilidad para los deportes y el estudio, pero luego lo detuvieron por conducir bajo los efectos de sustancias, y a mi familia le costó encontrar la manera de ayudarlo. Lo presionamos para que esté sobrio; creo que esto lo avergonzó mucho. Después de que lo detuvieron por conducir bajo los efectos de sustancias, lo que más me preocupaba era que lo arresten o que vaya a la cárcel y cómo eso afectaría su futuro. Esto fue antes de que toda la crisis con los opioides salga a la luz. Nunca pensé que mi hermano se moriría por adicción a los opioides. Cuando en el obituario omitieron que se trató de una sobredosis, me afligió mucho, pero también me apenó.
Éramos parte de una comunidad muy unida. Recuerdo a una maestra muy respetada acercarse a nosotros algunos meses después de que Ola falleciera y descargar toda esta vergüenza y odio hacia mi hermano, y decir que fue un ejemplo de cómo no hay que vivir. Fue muy angustiante e injusto recordarlo así, la gente juzgándolo a él y a nuestra familia sin entender la adicción en lo absoluto. Mirando retrospectivamente, creo que podríamos haber hecho más para aplacar la vergüenza que mi hermano estaba sintiendo. Ojalá le hubiésemos dicho que no estaba solo en esta batalla y que, independientemente de que haya lastimado a personas o de que se haya decepcionado a él mismo, podíamos superarlo y encontrarle atención compasiva donde no lo juzguen.


DR. LESLEY BROOKS | Greeley, CO
Quiero derribar estas barreras sistemáticas y generar servicios de tratamiento de fácil acceso que permitan que todas las personas se sientan vistas y escuchadas.
Soy médica de cabecera y especialista en adicciones. Estas dos perspectivas me brindan un panorama único sobre el mundo del tratamiento de las adicciones.
Vengo de una familia completa de médicos, desde obstetras hasta médicos especialistas en dolor y consumo de sustancias. Si bien cada parte de la medicina es igual de importante, veo el impacto de la adicción en familias y personas negras, morenas, pobres y marginales. Pensé que podría generar el mayor impacto en el punto de encuentro entre el consumo de sustancias, la salud mental y las comunidades marginales. Hay grandes problemas en el modo en el que la sociedad y la comunidad médica ven la adicción y el tratamiento. Primero, la adicción es, a menudo, tratada como una falta de fuerza de voluntad, cuando, de hecho, es una afección crónica como la diabetes. Segundo, las mismas inequidades estructurales y sistémicas que existen en todas las otras partes de la sociedad se intensifican en el tratamiento de las adicciones y la salud mental. El tratamiento puede parecer no inclusivo para las comunidades vulnerables. Las personas de las comunidades negras, latinas y LGBTQIA+ son juzgadas y rechazadas, o bien encuentran enfoques de tratamiento que parecen estar hechos para cualquier persona, salvo ellas. Eso es algo que me propongo cambiar. Quiero derribar estas barreras sistemáticas y generar servicios de tratamiento de fácil acceso que permitan que todas las personas se sientan vistas y escuchadas. Sin lugar a dudas, este es el trabajo por el que me levanto todas las mañanas, que me impulsa a pasar mis días enseñando, luchando y desarrollando en pos de un cambio.


RICA | Denver, CO
Lo que me dio resultado no necesariamente va a dar resultados a otra persona, pero si usted tiene la disposición de tratar, va a hacer que yo le crea.
Cuando tenía 13 años contraje VIH de mi padre, quien abusó sexualmente de mí. Se creía que él había contraído VIH con las agujas de jeringas con las que se inyectaba con sus cinco hermanos menores. Mi padre era el mayor y durante mi infancia vi como mis cuatro tíos y muchos otros se enfermaban y morían, uno tras otro. Verlos morir después de pasar por esa horrible experiencia, hizo que pensara que así era como yo iba a morir. Pensando así, decidí que no necesitaba cuidarme y empecé a usar drogas, me metí en una pandilla e hice todo lo posible para autodestruirme, lo que eventualmente me llevó a la cárcel. En 2002 tuve a mi hija, a quien diagnosticaron con síndrome de Down. Me di cuenta de que iba a estropear su vida como la mía o que era el momento de hacer unos cambios. Fui capaz de dejar de usar metanfetaminas, pero todavía estaba luchando con el consumo de opioides. En ese momento, estaba criando a mi hija y a sus 4 medio hermanos. Sabía que necesitaba ayuda, pero me sentía estigmatizada por los trabajadores sociales, por los oficiales de libertad condicional y por mi propia familia y amigos. Tenía miedo de que si pedía ayuda, se iban a llevar a los niños de mi lado.
Finalmente busqué ayuda con medicamentos para tratar la adicción, a pesar de que algunos de mis familiares sentían que solo estaba cambiando una droga por otra. En el centro de tratamiento conocí a alguien con quien me sentí identificada. Mary fue la única persona de piel oscura en el centro de recuperación con quien pude conectarme. Se veía como yo, actuaba como yo y había tenido experiencias similares a las mías. Fue por ella que seguí asistiendo. Puede ser que nunca me hubiera recuperado si no hubiera sido por esta mujer, un rostro familiar, alguien que me brindó apoyo en el centro de tratamiento. Quiero compartir lo que ella ha hecho por mi, de manera que hoy puedo abogar por el cambio en nuestra comunidad desde diferentes frentes. Soy una entrenadora certificada de recuperación con experiencia personal sobre el tema y una especialista con experiencia personal sobre el tema, que ayuda a empoderar a mujeres con VIH y a las personas que tienen dificultades con dependencia de sustancias tóxicas, para educar, brindarnos apoyo mutuo y cambiar políticas a un nivel que tengan efecto en todas las personas.